El Black Monday de 1987 fue un día que dejó una profunda cicatriz en la historia financiera. Desde el piso del NYSE, los traders experimentaron una montaña rusa de emociones mientras presenciaban cómo el mercado se precipitaba en picada. El día comenzó con una sensación de nerviosismo palpable, pero nadie podría haber anticipado la magnitud del desastre que estaba por desencadenarse.

A medida que se desataba el caos, los gritos de los traders llenaron el aire, mezclados con el sonido ensordecedor de las campanas de las operaciones. Los rostros se tensaron, las manos se movieron frenéticamente sobre los teclados de las computadoras y el sudor perlaba las frentes mientras cada movimiento del mercado se sentía como un golpe al corazón.

Los titulares de los periódicos de la época reflejaban el desconcierto generalizado. “El mercado de valores sufre el mayor colapso en la historia”, anunciaba el New York Times. “Pánico en Wall Street: el Dow Jones se desploma en una espiral descendente”, declaraba el Wall Street Journal. Estos titulares solo alimentaban el miedo y la incertidumbre que se apoderaban del piso de operaciones.

Entre la confusión y el pánico, los traders buscaban desesperadamente refugio en activos más seguros, pero las ventas masivas arrastraban consigo todo a su paso. Las llamadas telefónicas se multiplicaban, los gritos se intensificaban y la presión alcanzaba niveles insoportables.

En medio del caos, algunos traders compartían sus pensamientos, tratando de encontrar sentido en la locura que los rodeaba. “Nunca antes había visto algo así”, murmuraba uno, con los ojos fijos en la pantalla parpadeante. “Es como si el mundo se estuviera desmoronando a nuestro alrededor”, comentaba otro, con un tono sombrío.

A medida que avanzaba el día, el mercado parecía estar en caída libre, sin señales de detenerse. El Dow Jones Industrial Average perdió un asombroso 22.6% en un solo día, marcando la mayor caída en la historia del mercado de valores. Las pérdidas fueron devastadoras, dejando a muchos traders en estado de shock y desamparo.

El Black Monday de 1987 dejó una impresión duradera en el mundo financiero, sirviendo como un recordatorio ominoso de la fragilidad de los mercados y la capacidad del pánico para desencadenar el caos. Desde el piso del NYSE, los traders miraron con incredulidad mientras el mundo que conocían se desmoronaba ante sus ojos.

Apesar de la locura del día, hubieron algunos tardes que se anticiparon a este evento. Paul Tudor Jones, fue uno de estos inversores. Analizó gráficos históricos y se dio cuenta del patrón, lo que le dio la valentía de irse en corto (venta) y así ganar USD 100 millones de dólares ese día. 

¿Tú que hubieses hecho?

Te dejamos el video que cuenta lo que hizo Tudor Jones AQUÍ